Raso y Lía II

Capítulo 2. Actuando en la calle.

A medida que salían por la puerta y a pesar del calor, más y más vecinos bajaban a la calle para conocer a los recién llegados. Raso y Lía no salían de su asombro, a medida que avanzaban, más personas se acercaban a ellos y les agradecían su visita. No se hubieran imaginado que su llegada al pueblo despertara tanto interés.

De entre todas las personas que los saludaron, ahora era un niño de apenas 5 años el que se acercó a los hermanos; se quedó mirando a Lía, le sonrió y acto seguido le dio un abrazo. Mientras le abrazaba, le dijo –Gracias por venir, mi abuela y yo os estábamos esperando-. A Lía le dio un vuelco el corazón, no por el abrazo del niño, sino por las palabras que este había pronunciado, ¡Los estaban esperando! Ya no le quedaban dudas de que en ese pueblo había algo mágico. Esta sensación hizo que Lía sintiera una pequeña brisa en la nuca que le hizo estremecerse levemente. Raso se acercó para saludar al pequeño que tenía al lado.

–Hola, ¿cómo te llamas?-

-Derón-, respondió el niño. –Y vosotros sois Raso y Lía, ¿no?, mi abuela Zuda me ha hablado de vosotros- Acto seguido, los niños pensaron que no podía ser posible, Zuda les estaba guiando, no había tenido tiempo de… y al mirar a su alrededor, comprobaron que Zuda había desaparecido. Atónitos, sin saber cómo reaccionar, a Raso se le ocurrió una idea: -Creo que esta gente ha olvidado lo que es sonreír… – y acto seguido, cogieron su maleta, la puso en el suelo, la abrió y sacó el primer disfraz que encontró: ¡La función estaba a punto de comenzar! Lía que ya sabía lo que se proponía, en un movimiento de coordinación, ambos se prepararon para el espectáculo, así de improviso; con todo el mundo alrededor, en mitad de la calle y viendo como poco los niños se acercaban, todo se empezó a llenar de un ambiente mágico y destellos.

Mientras Raso y Lía se preparaban, los niños se iban sentando en el suelo alrededor suyo y los mayores detrás. Todo el mundo expectante, haciendo comentarios, observando cómo Raso sacaba de la maleta los complementos de los trajes: una peluca, unas gafas de pasta negra sin cristales, una nariz de payaso, un tutú rosa… un sinfín de objetos que mantenía a todo el mundo intrigado. Era la primera vez que el pueblo disfrutaba de una función de aquella manera, en la calle, en mitad de la plaza del pueblo. Es más, incluso el calor que hacía parecía ser más soportable gracias a las risas de los niños que provoca Lía. Lía, sí, la pequeña hermana de Raso, una niña que a pesar de ser tímida y reservada, cuando se trataba de hacer reír a los demás o de llevar alegría a donde fuera, el teatro le transformaba por completo y la convertía en un ser especial, increíble, adorable que dejaba su huella por donde iba. Aunque no es de extrañar, las mismas sensaciones transmitía su hermano. La genética, es la genética.

Mientras Raso continuaba preparando el espectáculo de calle, Lía se había colocado su nariz de payaso, se puso una peluca de duendecillo que ella misma había hecho con una bolsa de plástico de colores con trenzas diminutas, que interpretaba a Kalinya. Kalinya era el personaje preferido de Lía, pues se trataba de un pequeño duende que había perdido a su familia, pero que había aprendido a salir adelante conociendo muchos seres mágicos de los campos y eso la convirtió en una duendecilla muy fuerte. Y de repente, comenzó el espectáculo. Raso se había disfrazado del espíritu de los bosques, con bolsas de plásticos cortadas a tiras y una careta blanca. Parecía imposible que hubieran podido crear todo aquello ellos solitos, pero nada es imposible, cuando crees en la magia del espectáculo. Todo es posible.

Los niños no hicieron más que ver a Lía vestida de Kalinya cuando no pudieron aguantar más y empezaron a sonar carcajadas y más carcajadas, al tiempo que ella interpretaba su personaje contando su historia, ganando con ello la atención y admiración de todos los presentes. Se respiraba una frescura en la plaza, de la que nadie se había percatado. Era increíble el efecto que había tenido en el pueblo la llegada de aquellos hermanos aparecidos de la nada.

Lía y Raso contaron diferentes historias a los espectadores: cómo un dragón empollaba huevos, cómo un zorro se hizo amigo de unas gallinas, cómo un gato le tenía miedo a un ratón, como el campo nos habla a través de la lluvia, la existencia de árboles parlanchines, o de plantas móviles….más historias y más historias, de “El campo de los espíritus”, ese era el lugar de donde provenían todas las criaturas que describían en sus historias. Raso interpretando al espíritu de los bosques, les contaba como había creado los bosques y las criaturas que habían crecido en él, sin que nosotros lo supiéramos. Con cada historia contada y dramatizada, los niños y mayores aplaudían sin descanso.

Lo fabuloso de todo esto es la animación que se había creado, el entusiasmo y la euforia que sentían Kalinya y el Espíritu del bosque con tanta receptividad del público que no podían parar de contar leyendas, historias, cuentos, mientras se movían de un lado a otro, interpretaban y convertían su improvisación en un teatro a dos donde cada uno terminaba las frases del otro. Era admirable.

Ver como aquellas personas dibujaban en sus rostros sonrisas no tiene precio. No era un público exigente, era uno de los más agradecidos que se habían encontrado por su camino. Ambos se llenaba de emoción, y no podía sentirse más orgullosos el uno de la otra. Raso y Lía no eran unos artistas cualesquiera, sus actuaciones tienen siempre una función: entretenimiento y repartir felicidad, alegría y sonrisas. Como dirían sus amigos del circo “Arco Iris”, era una forma de dejar tu huella en los demás. Algunos lo podrían incluso llamar: una forma de viajar a través de la vida donde los problemas tienen menos importancia y sólo existe la magia.

Zuda estaba al final del grupo sonriendo con todas sus fuerzas. Ella siempre había tenido fe en los niños, pero en este pueblo los niños habían dejado de salir a la calle, jugar entre ellos, divertirse juntos e incluso decorar las paredes de la calle con obras de arte magníficas. Por eso Zuba tuvo la corazonada que serían dos niños, los que los salvarían la animación de Mali.

Mientras los pensamientos de Zuda revoloteaban en su mente, Kalinya y El espíritu de los bosques continuaban con su espectáculo. Llegaron a un punto en el que comenzaron a sacar niños del pueblo para que interpretara papeles sencillos: papeleras, flores, árboles, etc. Uno tenía que soplar, otro ponerse de rodilla y caminar, otro tumbarse y mover las piernas, otro saltar de un lado a otro con los brazos hacia arriba, etc.

Las horas se habían pasado volando, el sol prácticamente se había escondido y por no quedaba más remedio que finalizar poco a poco la representación. No obstante, poco a poco cada niño se fue colocando nuevamente en su sitio, mientras Kalinya y El espíritu de los bosques les daban un pequeño presente. Raso, poseía un colgante de unicornio que apenas usaba, Lía un poster de Kalinya dibujado por ella con una frase que rezaba así: Los sueños pueden hacerse realidad, cree en ti: es tu mayor herramienta.

Raso y Lía, prometieron dar más espectáculos en los días siguientes, así que dieron las gracias a todos los presentes y poco a poco se marcharon. Lía los despedía imitando a diferentes personajes infantiles: la abuela de caperucita roja, la voz de pitufina, un pirata después de encontrar el tesoro perdido y mandando a la tripulación a descansar, etc… Zuda que fue la última en quedarse con los niños, mientras recogían, les ofreció su casa para descansar esa noche, era lo menos que podía hacer por ellos y al día siguiente, entre todos, prepararían el teatro para el gran espectáculo.

Raso y Lía by María Silvero Durán is licensed under CC BY-NC-SA 4.0

Un viaje inesperado

Capítulo 1: Dos sombras en la lejanía.

Estamos en verano de otra época, de otra era, de otro mundo aún no conocido o por conocer. Hace tanto calor en las calles de Mali que no se ve ni un niño por las calles. Todo está desértico: los parques, los paseos fluviales, los columpios, las redes, los observatorios… todo. Todo está tan silencioso que prácticamente se ha olvidado el sonido de las risas de los niños, de sus juegos, de las travesuras, y es que… ¿Qué es un niño sin travesuras?

Por alguna misteriosa razón hace años que no corre viento ni llueve, así que los niños no se atreven a jugar en la calle. Todo lo que antes era divertido en Mali, ha desaparecido por arte de magia…. He aquí donde comienza la historia.

Mali es un pequeño pueblo de pocos habitantes que sólo cerrando los ojos lo podréis ver como lo veo yo. ¿Hacemos la prueba? Empezamos; este pequeño pueblo tiene una peculiaridad que no tienen otros pueblos, cada individuo tiene una habilidad o faceta que da vida a esta pequeña aldea, convirtiendo en magia todo lo que tocan ¿Algo muy extraño verdad?

Sin embargo, el silencio que habita en Mali hace que sus calles se vean largas y anchas, como las de una ciudad con dos carriles en la misma dirección para los coches, las paredes son de color marrón gastado; parece que los niños (y no tan niños) se divertían antes dibujando en las paredes paisajes increíbles, animales rescatados, personas de todo el mundo, otros tocaban instrumentos en la calle, se creaban coros, teatros, bailes… Un pueblo lleno de artistas sin duda. Todo ello con el tiempo se ha vuelto borroso.

Un día, como por arte de magia, dos niños aparecieron en las calles de Mali, nadie sabe cómo llegaron hasta allí, ni de donde salieron, nada, pero los cuatro vecinos que había en ese momento por la calle se quedaron pasmados al ver a los muchachos. Querían avisar al resto del pueblo, pero no eran capaces de articular ni una sola palabra, se quedaron allí, como estatuas, viendo pasar a los chicos delante suya. Los niños, al pasar por delante de los ancianos observaron que les faltaba alegría en sus rostros.

A medida que los niños avanzaban, los vecinos, alertados por los ancianos, abrieron las ventanas de sus casas para comprobar con sus propios ojos lo que habían oído y aunque el calor de la calle les asfixiaba ¡Hacía mucho tiempo que no veían a nadie por la calle!

Uno de ellos, el mayor parecía ser, era un poco más alto, moreno, con una camisa a cuadros roja y negra, gafas de pasta negra y llevaba unos vaqueros que se veían bastante sucios. La niña a diferencia del muchacho era más baja, su pelo era moreno, pero según lo mirabas desde un punto u otro bajo el sol, se veían reflejos rojizos o morados, o malvas, o rubios, como si su pelo cambiara de color bajo el sol (¿Magia?). Sus ojos eran marrones verdosos y tenía una gran sonrisa de oreja a oreja e iba de la mano derecha de su hermano. En sus manos llevaban lo que parecía una gran maleta rígida de color rojo gastado, tenía ruedas por ello la arrastraban entre ambos por toda la calle. Parecía una maleta vieja, pero bien cuidado. -¿Qué llevarán en esa maleta?-. Se preguntaba uno de los ancianos.

Aunque eran pocos los vecinos que se encontraba, los saludaban a todos y estos se quedaban perplejos al ver a una niña tan pequeña sonriendo; ¡Hacía mucho tiempo que no veían la sonrisa de una niña! Dedujeron que el chico tendría unos 10 años y la niña 8. Ambos estaban delgaduchos, como si llevaran días sin comer y estaba claro que habían andado muchos kilómetros, pues el pueblo más cercano a Mali estaba demasiado lejos y el autobús sólo iba y venía por la mañana temprano.

A medida que los niños avanzaban por la calle principal, miraban hacia las ventanas, balcones y puertas que se iban abriendo a su paso a ambos lados de la calle. De pronto, la niña se paró y despacio pero sin dudar mucho, se adentró en una de las puertas que estaba medio abierta sobre la mitad de la calle, y preguntó a una señora de unos 50 años que había dentro, sentada en una mecedora:

-Disculpe señora, ¿Podría indicarnos dónde está el teatro? -, la anciana al oír la palabra teatro, se quedó patidifusa. Hacía mucho tiempo que nadie le preguntaba por el teatro, bueno, es más, hacía mucho tiempo que el teatro no habría sus puertas..

-¿El teatro has dicho niña?- Le preguntó la anciana algo confusa. –Si por favor, mi hermano y yo necesitamos llegar hasta él, ….

 Intentando responder a la mujer dijo, -Sí, hemos oído hablar de él. Según nos han dicho, tuvo mucha fama hace años y nos gustaría actuar ahí, con el permiso de los vecinos claro-.

-¿Permiso?….ja ja ja- la anciana se partía de risa, entró en bucle, no podía parar, tuvo que sentarse en una silla que tenía cerca mientras se reía dando golpes sobre la mesa camilla. -¡qué fuerza tiene esta señora!-, pensó la niña muy extraña. Nunca había visto a una persona mayor dar golpes con tanta fuerza. Cuando la anciana paró de reír y pudo ponerse en pie de nuevo, miró a los niños; el hermano mayor había entrado en la casa después de escuchar el escándalo de la anciana desde la calle. -No necesitáis ningún permiso, creedme. Lo único que necesita mucha limpieza, hace muchos años que no se utiliza–.  De repente parecía que la anciana volvía a ser presa de la edad y sus fuerzas desaparecieron poco a poco, cambiando su tono de voz a melancolía, tristeza, como si hubiera perdido sus fuerzas, la esperanza, como si se hubiera rendido. Los niños se miraron, no entendían nada, pero bueno, habían conseguido lo que querían.

-¿Para qué?- Interrumpió la anciana-, -Bueno, nos gustaría utilizarlo… -¿Cuándo? ¿Quiénes?…- La anciana mostraba mucha curiosidad mientras se levantaba con una velocidad impropia de su edad, parecía recuperar parte de sus energías, como si tuviera menos años de los que aparentaba…La niña, asombrada no dijo nada. Solo se quedó perpleja.

Antes de irse a su habitación, la anciana se giró miró al niño a los ojos, se quedó un rato pensativa y dijo:

-Tú debes de ser Raso, ¿Me equivoco?- Le preguntó

-Sí..- contestó el niño sin saber cómo esa mujer sabía su nombre-… y esta es mi hermana…-.

-Lía…..- Se adelantó a decir ella-. -Sí…..- Dijo Raso entrecortado, no habían dicho sus nombres y ella ya lo sabía…. ¿Cómo era posible?

-Yo soy Zuda- Se presentó, -habéis venido a Mali y he de deciros que este pueblo es un poco peculiar, pero… está bien, seguidme-. Los niños obedecieron y siguieron a la mujer mientas que nuevamente volvió a partirse de risa mientras andaba, salía por la puerta y conducía a los niños a lo que parecía que iba a ser su habitación; no entendían nada.

-Podéis quedaros aquí-, les dijo. -Creo que algo se avecina, si señor, creo que sois vosotros los niños de mi sueño….-, decía mientras abandonaba la habitación hacia la suya -¿El qué…?- respondió Raso. Pero de repente el sueño le invadió y no tuvo más remedio que echarse en la cama…. Ambos hermanos.

Continuará….


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Matemáticas manipulativas

Aprendiendo los décimales con material manipulativo-casero.

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Con cualquier cosa que tengas por casa, en este caso, los rollos de papel de cocina y de papel higiénico, puedes ayudarte para comprender la posición de los números decimales, 0,1; 1,5; 1,2, etc….

Tanto menores normotípicos, como para dificultades de aprendizaje, sobre todo comprensión lectora y discalculia.

Desde Educación Infantil a Educación Secundaria, resultados comprobados.

También se puede utilizar para realizar seriaciones (asignando un número a cada parte), para agrupaciones, operaciones sencillas (sumas y restas), etc. En el caso de tener diferentes tamaños, también se pueden trabajar los conceptos mayor que, menor que, gradaciones, y la escalera numérica con la ayuda de etiquetas. Todo ello para Infantil y primeros niveles de Primaria (en dificultades de aprendizaje).

Otra forma de jugar con las mates con este material, es emparejando anillos que tengan un mismo dibujo, número, gomets, etc, asignado. Se puede alternar haciendo grupos de 3, 4 o 5 aros. En el caso de tener varios rollos de cocina, se pueden pintar cada uno de un color y hacer series de colores para trabajar el concepto del color, las asociaciones, etc.

Acelgas en el Eco-huerto

Continuando con el conocimiento de las plantas, llega el turno de las acelgas. Verdura fundamental en el huerto escolar pues crecen rápido y duran todo el año. Los más pequeños se maravillarán observando su crecimiento, regando y cosechando.

Podemos trabajarlo desde la globalización con el higiene personal, las normas a seguir, su ciudado y mantenimiento. Para el área Lenguajes: comunicación y representación, trabajamos la exploración a través del lenguaje escrito, con los libros y cuentos, y el vocabulario de la misma, aumentando la expresión oral, los debates y la asamblea.

Muy nutritivas y fáciles de cosechar. 😊

Comprensión lectora

Muchos problemas de la resolución de problemas se pueden solucionar conociendo la relación de los datos en el mismo.

Para ello, es fundamental conocer que:

Cuando necesitas obtener más cantidad de la inicial–> sumas.

Cuando necesitas menos cantidad de la inicial–> restas.

RECUERDA: SUMAR=AÑADIR, RESTAR=QUITAR.

Proyecto Huerto

Tomatera: una de las plantas más cotizadas en la alimentación mediterránea. Muy apropiada para el aprendizaje infantil y trabajar de una forma amena, divertida y a través de la experimentación y la actividad, la alimentación sana, la procedencia de los alimentos, el trabajo de la granja….etc. Es decir, ideal para el acercamiento a la naturaleza (bloque 2 del área conocimiento del entorno en el 2° ciclo de Educación Infantil) de acuerdo con la LOE (Ley Orgánica 2/2006 de 3 de Mayo de Educación.

Clasificación de App

Un esquema-tabla básico, con las principales apps que podemos utilizar en el aula según sus usos. Más adelante, realizaré un análisis pormenorizado de las más usuales.


Fuente: elaboración propia.

Resolución de problemas

En este caso vamos a dar unas pequeñas pinceladas a la resolución de problemas matemáticos con ecuaciones de segundo grado, aplicadas a triángulos rectángulos con un esquema sencillo.

Puesto que debemos partir del Teorema de Pitágoras, veamos como se resolvería.


Fuente: elaboración propia